
Convenio Sagrado
Tanto en los Estados Unidos de América como en México, Allan Alexander Amador Cervantes está acusado de violación, explotación financiera, maltrato a personas mayores, mentira patológica, vínculos con la pornografía y prácticas abusivas. Y utiliza a sus familiares más cercanos como coartadas, lo que demuestra claramente que nada es sagrado para Allan. Nada.
Este sitio web está arraigado en un convenio sagrado. Las voces reunidas aquí hablan como testigos, no como verdugos, respondiendo a un llamado superior de protección a través del testimonio. Nuestras palabras son firmes porque el daño es grave. Los testimonios no buscan humillar, sino despertar, exponer el engaño y el abuso que envenenan las vidas de mujeres, niños, hombres y comunidades enteras.
Escribimos con la convicción de que la verdad pertenece a Dios, y su momento se despliega fuera de nuestro control. Nuestro pacto es decir la verdad y soltar el apego a ella, permitiendo que el Espíritu Santo lleve este testimonio a donde debe ir, alcanzando a quienes deben saber.
El resultado es seguro: el humo y los espejos del engaño de Allan no perdurarán. Será visto tal como es, no como pretende, por el bien de la sanación colectiva.
En este sitio web no es posible presentar la totalidad de las pruebas que respaldan nuestro convenio sagrado, pues los mensajes de texto, imágenes, grabaciones de voz y testimonios ya superan las tres mil páginas, y cada día se acumula más. Sin embargo, te guiaremos hacia algunas páginas que actualmente se encuentran publicadas.

(El lenguaje es explícito)
The Beast (Graphic Language)
Los Antecedentes de Allan
Allan no es ajeno al engaño. Desde sus primeros años, la mentira y la inestabilidad marcaron su vida. Nació en La Paz de padres atrapados en la pobreza y la traición: su padre, un infiel crónico; su madre, resignada a su traición. A los cuarenta y cuatro años, Allan aún vive en el ático de su madre. Su único logro destacado fue un puesto político obtenido por casualidad, no por mérito.
Allan ha cultivado cuidadosamente una falsa imagen de moralidad y se ha escondido detrás de una máscara de cristianismo. Pero bajo esta falsedad yace la verdad. Allan es incapaz de formar relaciones saludables. Ha cruzado límites que ningún hombre debería cruzar: persiguiendo menores, acosando a las hijas de las mujeres con las que salía y explotando financieramente a sus parejas. Ha mentido, manipulado, hecho gaslighting y descartado a las personas como si fueran desechables.
Ha convertido el nombre de Dios en un arma, mientras mancha su sacralidad a través de mentiras y abuso. Se ha aferrado al control mediante la censura y el ocultamiento. Ha transferido culpas, rechazado la responsabilidad y desechado oportunidades de verdadero liderazgo.
Esto no es especulación. No es rumor. Verás gran parte de la evidencia en este sitio web. Leerás testimonios. Y cuando lo hagas, el patrón será innegable.
En su esencia, este sitio web es sencillo: Allan está acusado de violación y de explotación financiera. Sus acciones han provocado un daño profundo—financiero, emocional y espiritual. Ha dejado tras de sí confianza rota, relaciones rotas y vidas rotas. Representa no solo un peligro personal, sino también uno sistémico.
Al leer las palabras de este sitio web, te pedimos que mires más allá de la falsa imagen que Allan presenta y veas la realidad de sus acciones. Y finalmente, que dejes de cerrar los ojos. Que dejes de encubrirlo. Y que nombres su abuso por lo que es.
Agradecemos humildemente tu atención a las graves preocupaciones señaladas en este sitio web. Las historias de las víctimas y sobrevivientes son reales, aunque algunos nombres han sido cambiados para proteger su seguridad. Te invitamos a compartir tu historia, preocupaciones, objeciones, contra-narrativas, solicitar la eliminación de contenido o enviar consultas legales o de relaciones públicas en nuestra página de contacto. Toda la información que recibimos se trata automáticamente como confidencial, a menos o hasta que contemos con tu autorización, o salvo que se trate de abuso, lo cual no toleraremos con silencio.
“Ahora, Señor… concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda valentía… Después de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.” Hechos 4:29-31 (NVI)